"En Orihuela, rodeada del oasis exuberante de la huerta del Segura, nació Miguel Hernández el 30 de octubre de 1910. Hijo de un contratante de ganado, su niñez y adolescencia transcurren por la aireada y luminosa sierra oriolana tras un pequeño hato de cabras. En medio de la naturaleza contempla maravillado sus misterios: la luna y las estrellas, la lluvia, las propiedades de diversas hierbas, los ritos de la fecundación de los animales. Por las tardes ordeña las cabras y se dedica a repartir la leche por el vecindario..."
Murió en la cárcel de Alicante el 28 de marzo de 1942.
Este fin de semana se celebra "La senda del poeta", miles de personas recorren en tres días los lugares en que Miguel nació, vivió, se enamoró...y murió. Mañana llegan al cementerio de Alicante, donde está enterrado.
Buen momento para releer su obra, su mensaje, sus palabras, el amor a su pueblo y a su amada, el horror de la guerra, el dolor de su carne azotada y de cárceles peregrina...
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
M. Hernández "El hombre acecha"
Foto de foto de vista aérea de las salinas. Al fondo, al norte, Alicante, a la derecha la carretera nacional a Cartagena y el ladrillo. Lo demás, agua, abundante sal y mucha vida.
Museo de la Sal (Antiguo molino de sal). 
Vagonetas tiradas por mulos o caballos, utilizadas antaño para el transporte de la sal.
Gaviotas, cormoranes, flamencos, disfrutan entre otras muchas especies de uno de los más bellos humedales del sur de Alicante. Los prismáticos son imprescindibles, pero si teneis a vuestra disposición un teleobjetivo, la diversión está asegurada. Hace unos días lo probamos con un grupo de muchachos de 10 años y tendríais que ver qué emocionados estaban. Es natural, a las aves apenas las conocemos, son huidizas..., y descubrirlas tan cerca y con tanto detalle supone un gran placer. (Quizá por ello nos empeñamos en tenerlas en nuestras casas, en pequeñas jaulitas...)
" Cazador cazado" 
Las reinas por doquier..., las gaviotas patiamarillas.
Tamarit en plena floración. 
También en El Campello ellas son las que mandan. 
Los pescadores y sus anzuelos... El viernes operaron a Aarón y le sacaron uno de la barriga. 
Pero parece que lo único que nos preocupa es la presencia en la playa de los perros. No he encontrado ninguna caquita, es más, en la playa no hemos visto ningun perro. Recuerdo que una vez un señor desde lejos se vino a nosotras (Mora y yo) y me dijo que cómo se iba a bañar él en el mismo agua que un perro. Si viera estas fotos, debería preocuparse más de la calidad de las aguas en lo referente a los resíduos humanos: vertidos, plásticos de todo tipo, tetrabrics, colillas, vidrios, globos, latas, maderas con clavos y grapas, anzuelos...
No puedo evitar dejaros esta foto tan "tienna" de Bombón y Peteño durmiendo, preparándose para las correrías nocturnas. El mes que viene, qué pena me da, perderán parte de sus atributos sexuales, ese par de bolitas que muestran con tanto descaro...
Hacia 1900 se introdujeron los motores de gas y en 1910 empezó a convertirse en realidad la electrificación de las instalaciones fabriles.
Interior de la antigua ermita
La hiedra, los chopos, las zarzas, el verde no falta, hasta los escalones de piedra se cubren de verdor...
Xiki y Fernando disfrutaron del paseo tanto como yo lo hice reencontrando este rincón de la historia. Gracias Rafael y Georgina por aquella maravillosa primera vez en que descubrí con vosotros este mágico lugar.
