jueves, 14 de mayo de 2009

Sentados en la mesa de la vida

Necesitamos definir otro concepto sobre nuestra relación con los animales,
más sabio y, quizá, más mítico...
Nos sentimos superiores a ellos a causa de lo incompleto de nuestra percepción,
de su trágico destino de haber sido siempre considerados por el hombre
como una forma de vida inferior a la humana.
Y es allí donde nos hemos equivocado, y mucho.
Porque el animal no debe ser medido por el hombre.
En un mundo pasado, más natural y completo que el nuestro, los animales se desarrollaban en todo su esplendor dotados de extensiones de los sentidos
que nosotros hemos perdido o jamás alcanzado, al vivir de acuerdo
con el mandato de voces que nunca llegaremos a oir.

No son nuestros hermanos menores, no son nuestros súbditos;

son otro pueblo,
atrapado junto con nosotros en la red de la vida y del tiempo;

prisioneros, como nosotros,

de la magnificencia y el dolor de nuestra Tierra.

Henry Beston
"The Outermost House"

(Texto incluído en el libro de Susan Chernak McElroy "Los animales: maestros y sanadores")

1 comentario:

fernando dijo...

El artículo hace referencia a los animales en general pero acompañado de fotos de perros y gatos, mi debilidad de años de tenerlos conmigo, a los gatos y a los cuales quisiera a través de esta poesía tan hermosa, realzar sus cualidades
"Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro."
Pablo Neruda, Oda al Gato